Hace ya tres años, aproximadamente, vino al mundo Carlota. Sus padres, Emma y Juan, estaban muy ilusionados de tener a su pequeña en casa, y decidieron dar una fiesta en su honor. Acudieron mas de cincuenta invitados. Todo parecía ir bien, hasta que de pronto, una piedra entró por la ventana, rompiendo el cristal y haciéndolo añicos. Sus padres cogieron la piedra y la observaron. Era muy bonita, color azul añil, brillante, y con un rostro esculpido, parecido al de Carlota en su interior. Tras examinar aquella cara que tenía la piedra, vieron que efectivamente era el de Carlota. La fiesta terminó ahí, y sus padres, pusieron la piedra en la cuna de Carlota, para que le diera suerte.
Pasaron 11 años, y Carlota seguía con su piedra. Un día, estaba mirándola fijamente, y la piedra empezó a brillar y a brillar, y cuando Carlota la tocó, le entraron en su cuerpo todas las lucecitas, al cabo de unos segundos, se apagaron todas. En ese mismo instante, cuando dejaron de brillar las lucecitas entró su madre en el cuarto, y le preguntó que que hacía ella allí con su piedra delante. Carlota le dijo que solo estaba mirándola. Entonce, su madre se marchó, y en voz baja ella preguntó: ''¿Qué me ha pasado?''. De momento la piedra se retorció y le contestó: ''Ya era hora de que tus poderes entraran en tu cuerpo'' . Carlota extrañada por lo que la piedra le había dicho, y asombrada de que su roca hablara, empezó a examinarse y a mirarse todo el cuerpo. Pero, no se había dado cuenta de que al mirarse y al mover sus dedos de allá acá bruscamente, lo estaba poniendo todo patas por hombro. Sus poderes consistían en magia que ella realizaba con sus dedos. Cuando se dio cuenta de que la magia solo estaba en sus dedos índices, empezó a colocarlo todo como estaba, ordenado y recogido. Echó una leve sonrisa y dijo: ''Pan comido esto de la magia, y tal vez un poco extraño''.
A la semana se había convertido en una maga extraordinaria. Buscó por Internet escuelas de magia que podrían interesarle y encontró una llamada Magic Island School. Esta resultaba muy acogedora, por eso llamó y reservó una plaza para el curso siguiente. En Septiembre, le dijo a sus padres que se iba a una escuela de magia, y se tele-transportó hacia la escuela. Allí estuvo 5 meses, y aprendió bastantes trucos, hechizos y conjuros mágicos.
Cuando terminó el curso, volvió a su casa y allí se quedó, para siempre encerrada en su cuarto estudiando y practicando conjuros mágicos.
¡¡Bienvenidos!!
Hola, me llamo Ana, y espero que os guste este espacio, donde comparto mis cuentos inventados por mí. También espero que disfrutéis leyéndolas. Un saludo.
16 de agosto de 2011
15 de agosto de 2011
Flor de un día
Hacía unas cuantas semanas que Laura había plantado sus semillas de margarita en el jardín de su casa. Estaba tan ilusionada con sus plantas, que no se dio cuenta de otras muchas cosas.
Un día, fue a visitarla su amiga Ana, a la que no le hizo mucha gracia que Laura estuviera tan pendiente de sus flores. Ana intentó por todos los medios que Laura jugase con ella y dejara a sus plantas a otro lado, pero fue inútil. Estaba totalmente inversa en su mundo. La amiga se cabreó tanto al verla allí con la vista fija en ellas tanto tiempo, que le dio un grito. Enseguida Laura la miró extrañada. Le preguntó que por qué había dado ese grito tan inmenso, y Ana le contestó que estaba cansada de mirarla de rodillas junto a sus margaritas esperando que crecieran, y que lo mejor era dejarlas allí, con agua y luz solar, que ya crecerían y se pondrían preciosas. Laura le hizo caso y se fueron a jugar. Laura jamás se lo pasó tan bien como aquella tarde, con su amiga Ana, jugando con las muñecas, a las peluquerías, a mamás y papás, a ser cocineras, a ser policías... De pronto, miraron a la ventana, pues se fue toda la luz. Enseguida descubrieron que era un tronco gordo y verde gigante. Corriendo bajaron las escaleras a trompicones y salieron al jardín. Y... ¿A que no sabéis que era? ¡Las margaritas, que habían crecido tanto que llegaban al cielo! Laura y Ana, al principio se asustaron, luego las examinaron, más tarde se pusieron a brincar y a gritar de contentas que estaban, y por último, decidieron subirse a los troncos y trepar, y trepar, y trepar hasta encontrar el fin arriba. Cuando subieron, se dieron cuenta de que todas las margaritas habían crecido tanto y empezaron a saltar encima de ellas y a correr de una en otra y se le pasaron espléndidamente, sin miedo alguno de caerse. Al rato, decidieron que no era tan divertido 2 niñas que 20. Así que fueron de casa en casa anunciando que se iba a celebrar una fiesta en el jardín de Laura, y media barriada fue a su gran acontecimiento. se lo pasaron de miedo todos lo niños de su urbanización saltando y corriendo y gritando encima de las margaritas. Al final se puso la luna y se hizo de noche y todos tuvieron que volver al hogar. Laura y Ana dijeron que mañana se repetiría la fiesta, y que estarían preparadas con chuches y bebidas.
Un día, fue a visitarla su amiga Ana, a la que no le hizo mucha gracia que Laura estuviera tan pendiente de sus flores. Ana intentó por todos los medios que Laura jugase con ella y dejara a sus plantas a otro lado, pero fue inútil. Estaba totalmente inversa en su mundo. La amiga se cabreó tanto al verla allí con la vista fija en ellas tanto tiempo, que le dio un grito. Enseguida Laura la miró extrañada. Le preguntó que por qué había dado ese grito tan inmenso, y Ana le contestó que estaba cansada de mirarla de rodillas junto a sus margaritas esperando que crecieran, y que lo mejor era dejarlas allí, con agua y luz solar, que ya crecerían y se pondrían preciosas. Laura le hizo caso y se fueron a jugar. Laura jamás se lo pasó tan bien como aquella tarde, con su amiga Ana, jugando con las muñecas, a las peluquerías, a mamás y papás, a ser cocineras, a ser policías... De pronto, miraron a la ventana, pues se fue toda la luz. Enseguida descubrieron que era un tronco gordo y verde gigante. Corriendo bajaron las escaleras a trompicones y salieron al jardín. Y... ¿A que no sabéis que era? ¡Las margaritas, que habían crecido tanto que llegaban al cielo! Laura y Ana, al principio se asustaron, luego las examinaron, más tarde se pusieron a brincar y a gritar de contentas que estaban, y por último, decidieron subirse a los troncos y trepar, y trepar, y trepar hasta encontrar el fin arriba. Cuando subieron, se dieron cuenta de que todas las margaritas habían crecido tanto y empezaron a saltar encima de ellas y a correr de una en otra y se le pasaron espléndidamente, sin miedo alguno de caerse. Al rato, decidieron que no era tan divertido 2 niñas que 20. Así que fueron de casa en casa anunciando que se iba a celebrar una fiesta en el jardín de Laura, y media barriada fue a su gran acontecimiento. se lo pasaron de miedo todos lo niños de su urbanización saltando y corriendo y gritando encima de las margaritas. Al final se puso la luna y se hizo de noche y todos tuvieron que volver al hogar. Laura y Ana dijeron que mañana se repetiría la fiesta, y que estarían preparadas con chuches y bebidas.
A la mañana siguiente, Laura miró por la ventana de su cuarto para contemplar las flores pero se llevó una gran sorpresa al ver que no estaban tan altas, volvieron a su tamaño natural. Y Laura pensó: ''Flor de un día''.
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